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Francisco Lazo Martí o la naturaleza poética del llano

Francisco Lazo Martí o la naturaleza poética del llano

El 9 de agosto de 1909 falleció en Maiquetía, a sus 40 años y aquejado de aplopejía el poeta Francisco Lazo Martí, una de las máximas voces en la transición del romanticismo al modernismo dentro de las letras venezolanas de las postrimerías del siglo XIX e inicios del siglo XX, en su expresión del criollismo.

Apuntes

Tras graduarse de médico en la UCV en 1892, Lazo Martí se regresa pronto al llano, mostrando escaso apego por la capital. Como galeno se inició en San Fernando, Apure, pasando luego a otras localidades de dicho estado y del Guárico, hasta retornar de modo permanente a su Calabozo. Ejerciendo casi siempre de forma gratuita, Lazo incursiona en la política en 1892, apoyando la Revolución Legalista de Joaquín Crespo. Así, con 23 años publicará versos que expresan: “Es el humilde obrero, es el anciano/que toca con placer de puerta en puerta,/buscando para el hijo algún hermano/Que lo enseñe a luchar como el más fuerte/…Y que sin ser un loco, un temerario/también le enseñe a despreciar la muerte”.

Vivencias del llano

En 1903 el poeta se adentra en Apure y Barinas, ejerciendo en sus pueblos los siguientes cuatro años su profesión y compenetrándose con las vivencias del contorno agreste del aguazal, los pajales y el hueso seco de sabana. Así, el “dinámico soñador se movía por calles y campiñas, por rodeos y coleadas…con las alas bravas y marchitas de su pueblo (…) Era hábito suyo visitar a sus enfermos en canoa, llevando él mismo el canalete o palanca. La muerte de su esposa en 1903, y con quien había casado seis años antes, le sume en honda tristeza, que se reflejará en su producción de los años siguientes.

El médico

No vivió del ejercicio profesional, y en numerosas oportunidades se le vería obsequiar los “remedios, no cobra y es entonces cuando se le ocurre meterse a comerciante y vende papelón, queso, panelas, frutos de la tierra, tabaco en rama y café. Tiene algo así como una pulpería. Vende cuerdas de gallos de pelea”. En una ocasión escribe a un amigo “no cuentes con que ese oficio, tan penoso, te haga rico”.

Silva Criolla

Su obra más conocida, el extenso poema Silva Criolla, está dirigido no a un individuo en particular, como sugieren los primeros versos, sino de acuerdo a Alberto Arvelo Torrealba, a la intelectualidad que se deja atrapar por la candileja de la metrópoli, instándola a dejar correr dentro de sí la presencia del paisaje que en su memoria acecha. Y recuerda, como pidiendo prestada la pluma de Horacio o de Virgilio los innúmeros motivos que hacen grato el lar nativo: ”Sobre la falda/de las toscas malezas entreteje/la parásita en flor, áurea guirnalda;/…regio collar de abiertas campanillas/la trepadora mazadaza enreda/y…Tras la menuda flor cuaja el uvero/su gajo tempranero;/sus nacarados frutos en el limo/el punzador curujujul engendra;/la maya erige colocasl racimo/y desprende el merey sabrosa almendra”.

Entre sus poemas más celebrados, además de la Silva, están Crepusculares, Veguera, Flor de Pascua y Consuelo.

Fuente: Correo del Orinoco. 

Foto: Archivo. 


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